Cinco maneras prácticas de demostrarles a los demás que se tiene razón

"Si Dios no hizo el mundo, ¿quién lo hizo?"
(Anónimo)

De mayor a menor grado de consideración unívoca del supuesto y/o planteamiento:

1) Patada en la cabeza. Procedimiento ideal cuando se cree poseer la razón sobre un tema del que uno supuestamente sabe mucho o se atribuye la cualidad de "experto/a en". Por ejemplo, si te dicen que tu hermana es una puta pero tú estás seguro de que no, porque la conoces y es de tu familia (acaso hacen falta más apoyos racionales?), pues la patada en la cabeza representa que tú pisoteas la verdad del otro porque es un hijo de puta. Es más la patada simbólica como concepto que la concentración en infligir el máximo dolor físico posible, lo que en verdad interesa.

Este es el procedimiento que suelen seguir, entre otros, tertulianos del fútbol, pescadores y pastores trashumantes.

2) Patada en el pecho. La patada en el pecho debe utilizarse cuando se posee un grado de verdad mayor o igual al de Luis Aragonés hablando sobre el juego de la selección española de fútbol. Esta manera de demostrar la superioridad intelectual sobre el otro se corresponde con ese estado mental en el que uno no necesitaría necesariamente probar de modo evidente que tiene la razón, pero es tal el nivel de obviedad del proceso deductivo que no queda más remedio que interceder en favor del conocimiento, salvaguardando la "verdad" (en sentido metafísico) de la intervención anodina y desafortunadamente atrevida de otro sujeto que actúe con su normalidad mental, por muy pretendidamente inofensiva que ésta pareciere.

La patada en el pecho acostumbra utilizarse en tertulias post-cena (momento "chupitos") con gente con la que uno se lleva manifiestamente mal (sentimiento compartido por un número nunca inferior a 2 personas) pero con la que sigue quedando para salvaguardar la idea de "ser social" que uno tiene de sí mismo.

3) Gesticulaciones enojadas + aspavientos exageradísimos + sienta-yergue nervioso + señalización con dedo índice en sien mientras se balbucea algo como "no, no, que va, no, tú estás... no, así no, que mamón". Este recurso deja entrever una cierta inseguridad en el precepto que se defiende, aunque sin cruzar nunca el estadio claro y necesario de "posesión de verdad". La idea-objeto susceptible de ser protegida acostumbra ser intrascendente y banal, del tipo de "cuántos éramos aquel día en la cena", "quién pronunció por vez primera la ya mítica frase machista graciosa del grupo-amigos", "quién hizo la hombría memorable aquella de la que todos quisiéramos ser autor", "cuál es el mejor método para limpiar una mancha de moras en un jersey blanco" y así por ese estilo.

Cuando se recurre a este conjunto de acciones, que se deben repetir en bucle indefinido hasta alcanzar el deseado efecto de "adquisición de razón por agotamiento visual y/o físico", se suele recurrir a una serie de maniobras de distracción que persiguen la relajación del oponente en la lid intelectual, al objeto de hacerle creer que uno no está seguro del dato que dice "conocer fielmente" sin fisura alguna. Entre dichas maniobras se incluyen frases que contribuyen a la confusión como: "tú estás seguro/a? porque yo creo que no, eh!" (variante de la célebre "yo creo que tú no estás seguro/a"), "y si fuese así como tú dices, por qué yo no me acuerdo de eso si a penas había bebido?", "tú verás lo que dices, pero si quieres llamo a X (persona que todo el mundo considera imparcial porque es gilipollas) y que nos lo diga él" o la genial "eso es imposible porque no puede ser".

4) Insulto + ofensa personal (grave) + ofensa personal con base en la afectividad sentida hacia otra persona (muy grave) + recordatorio de enfado supuestamente perdonado en el pasado + insultos sorprendentemente encaminados a un fin perverso + ofensa personal (gravísima) + "me parece... y si no es así perdona, pero es lo que pienso". Es verdaderamente crucial, al recurrir a este proceso, tener muy en cuenta la importancia de dominar la gradación del mismo para desembocar con un final distensivo destinado al apaciguamiento psicológico (eres un cabrón, cornudo, como la chupapollas de tu madre, aunque no me extraña viendo a toda tu familia de anormales, que hasta te daría por el culo un retrasado ciego en silla de ruedas después de eso que has dicho, o eso creo, y si no es así perdona, pero es lo que pienso).

Cuando uno recurre a este mecanismo de defensa de la razón, aparecen frecuentemente expresiones confusas y matizaciones sospechosas que mediatizan el grado de veracidad de lo que se defiende, del estilo de "yo simplemente defiendo MI verdad", "no tiene por qué ser así siempre, simplemente es así para mí" u otras alusiones solapadas al hecho de que uno no posee una seguridad completa en lo que defiende, pero aún así considera su visión de la realidad y su interpretación de los hechos lo suficientemente razonables como para cagarse en los juicios de otra persona.

Ni que decir tiene que ésta es una de las defensas más efectivas de la razón a pesar de la baja (baja?) catadura moral e intelectual del proceso.

5) Defensa objetiva, racional, fundamentada en casos previos, explicada al milímetro, basada en mecanismos lógicos, sustentada en hechos reconocibles y demostrables, científicamente motivada y de conclusiones inapelables con base real y empírica. Esta es la manera en la que te darán por el culo, te robarán la cartera y te arderá la casa antes de que entiendas cómo ha pasado todo.

Si recurres a esta manera de defender una cosa, cualquiera, de la clase que sea, serás recordado/a toda la vida por "el tipo / la tía pedante que creía que lo sabía todo y le dieron por el culo, le robaron la cartera y le ardió la casa... por pedante e hijadeputa".

Esta última defensa sólo se usa en libros científicos para justificar la inversión en gafas de piscina para laboratorio.

Dr. I. C. Lostchko Jones
Universidade de Maschupachuses

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